Gigol por NABOKOV

Dostoiesvki decía en alguna parte que "todos venimos de El Capote de Gógol",Hay que leer el cuento completo. Aquí les dejo un comentario de Nabokov.





El argumento de "El abrigo" es muy sencillo. Un pobre elmpleadillo toma una gran decisión  y erencarga un abrigo nuevo. Mientras se lo están haciendo, ese abrigo se convierte en la ilusióh de su vida. La misma noche en que lo estrena se lo roban en una calle oscura. Él se muere de pena, y su espíritu vaga por la ciudad. Esto es todo en cuanto al argumento; pero, naturalmente, el argumento de verdad, como siempre sucede en Gógol, está en el estilo, en la esstructura int3rna de esa anécdota trascendental. Para apreciarlo en su justo valor, nuestra mente tiene que olvidarse de los valores literarios convenciolales y seguir al autor por la senda onírica de su imaginación sobrehumana. El mundo de Gógol tiene un cierto parecido con algunas concepciones de la física moderna, el "univero concetina", el "universo explosión", está muy lejos de aquellos mundos de relojería del siglo pasado, que graban acompasadamente. Hay una curvatura en el estilo literario como la hay en el espacio, pero son pocos los lectores rusos que se ultiman a zambullirse de cabeza, sin reservas ni pesar en el mágico caos de Gógol. El ruso que piensa que Turgenéiev era un gran escritor, y fundalmentalmente su idea de Pushkin en los viles libretos de Tchaikowski, no pasará de chapotear en las obras más suaves de Gógol y  limitar su reacción al disfrute de lo que él toma por humor caprichoso y  chistes pintorescos. Pero el buscador, el buscador de perlas negras, el que perfiere los monstruos del abismo a las sombrillas de la playa, ese encontrará en El Abrigo unas sombras que enlazan nuestro estado de existencia con esos otros estados y modos que apehendemos vagamente en nuestros raros momentos de percepción irracional. La prosa de Pushkin es tridimensional; la de Gógol es tetradimensional, por lo menos. Se lo podría comparar con su contemporáneo el matemático Lobachevski, que hizo trizas a Euclides y descubrió hace un siglo muchas de las teorías que Einstein desarrolló después. El arte de de Gógol tal y como es se manifiesta en El abrigo sugiere que las paralelas  no sólo pueden encontrase, sino hasta retorerce y enderesarce de la manera más extravagante, del mismo modo que dos columnas reflejadas en el agua se entregan a las más bamboleantes contorsiones si se produce la necesaria ondulación: dos y dos son cinco, si no la raíz cuadrada de cinco, y todo ello sucede con entera naturalidad en el mundo de Gógol, donde no se puede afirmar seriamente que existe ni la matemática racional ni, de hecho, ninguno de nuestros acuerdos pseudofíaicos con nosotros mismos.







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